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EN SAYULITA LA DEVOCIÓN ES COLORIDA
La música de bandas que recorren la calle principal del poblado, el sonido de los cohetes que truenan en el aire, el ambiente de fiesta y el aroma de la comida de feria se mezclan con los rezos y los cánticos Guadalupanos. Sayulita es colorida, lo es por su vocación de playa pluricultural, por haberse consolidado como uno de los paraísos para el surf; pero lo es más en diciembre, cuando el pueblo entero sale a las calles para venerar a la Virgen de Guadalupe, la santa patrona de la población.
Y es que si caminar por las calles de Sayulita es ya de por sí una experiencia, por las expresiones de arte urbano que se pueden encontrar en sus fachadas, por la belleza de las piezas que se exhiben en sus galerías, por la sencillez y elegancia que concede pasear en un lugar donde la vida corre lentamente, sin prisas, pero con gran excitación por saborearla hasta sus últimas consecuencias. Visitar este poblado al comienzo de diciembre, cuando festejan sus fiestas, es doblemente encantador.
Ahí está durante el día, ese pueblo tranquilo pero al tiempo alegre, listo para ser disfrutado lo mismo haciendo un pequeño recorrido por sus calles, explorando las tiendas que guardan tesoros para el recuerdo, sentándose a disfrutar lo mismo un café que una cerveza, visitando su pequeña pero admirable librería o conociendo gente, la gente más interesante, abierta y divertida, que llega desde todas las latitudes.
Pero por la tarde comienzan las peregrinaciones, particularmente el día de la fiesta, el 12 de diciembre, donde los diferentes grupos de pobladores se acercan caminando a la iglesia, entonando cánticos adelante de un grupo de músicos, siguiendo una banda de guerra o sencillamente rezando.
Es cierto, el espectáculo no es exclusivo, de hecho tiene su escenario principal en la Ciudad de México, porque allá está el santuario de la Virgen de Guadalupe. Incluso a unos kilómetros, en Puerto Vallarta, se celebra con la misma devoción. Pero en Sayulita es diferente, acá se puede vivir la fiesta sin los excesos de la masa, con el carácter que sólo una población en donde todavía no llegan las presiones de lo urbano pero ya se vibra en un ambiente cosmopolita.
Y está también la feria, en la plaza, donde se puede comer desde un plátano frito bañado con leche condensada hasta los mejores tacos placeros. Una experiencia irrepetible, porque el resto del año ese hermoso parque es más un refugio que invita a la reflexión.
Por si fuera poco, en diciembre, la vida nocturna en Sayulita despierta, porque ha comenzado de nuevo la temporada.
Música en vivo se puede disfrutar por todos lados, lo mismo en pequeños bares en el centro que en aquellos que están establecidos frente al mar. Opíparas cenas, con lo mejor de la gastronomía internacional se pueden disfrutar en las decenas de restaurantes que ofrecen desde lo más tradicional de la comida mexicana hasta platillos gourmet, de autor, con lo más adelantado de las tendencias internacionales.
Sin duda Sayulita es colorido, sin duda sus olas son espectaculares, sin duda su ambiente es una celebración a la vida, pero todo eso cobra especial sentido cuando se visita entre el 1º y el 12 de diciembre, mientras se festejan las fiestas patronales.
